Zuleide Soaris contó que su hijo de 38 años, Fernando, estuvo sumido en una profunda depresión luego de tener un desprendimiento de retina. Dijo que con su apoyo, “poco a poco se fue adaptando y dejó la tristeza de lado”.
Los 5 sentidos del ser humano son esenciales para que las personas puedan interactuar con su entorno y obtener información de él para poder desenvolverse a diario. Sin embargo, y aunque es debatible, hay sentidos que probablemente son más importantes, entre uno de ellos está la visión.
Y es que suele ser muy complicado cuando una persona pierde la vista, ya sea por una enfermedad o por un accidente, ya que deben cambiar sus dinámicas de vida drásticamente.
El caso Fernando Soaris
Eso fue lo que le ocurrió a Fernando Soaris, un hombre que contrajo un problema de visión y a los 38 años tuvo un desprendimiento de retina que necesitaba ser tratado con urgencia mediante una cirugía.
Según información el hombre, proveniente de Natal, Brasil, intentó ser operado a través de un financiamiento del gobierno, pero la operación no fue autorizada.
Así, con poco tiempo a su favor y con ayuda de su madre, Zuleide Soaris, Fernando optó por someterse a una cirugía con un médico particular. Eso sí, la madre explicó que el especialista “no garantizó que el procedimiento fuera exitoso. Mi hijo tenía un 5% de probabilidades de volver a ver“.
La familia tuvo que desembolsar una importante suma de dinero que finalmente no sirvió de mucho, porque 30 días después Fernando desarrolló glaucoma y perdió por completo la visión.
Entró en una depresión que lo dejó sin ganas de hacer nada, ya que no le encontraba sentido a su vida. En ese momento, su madre fue un apoyo fundamental para su vida. “Recuerdo decirme: 'Dios mío, ¿qué voy a hacer con él?' Nunca dejé de salir con él, de estar a su lado. Poco a poco se fue adaptando y dejó la tristeza de lado“, explicó la mujer.
Ese soporte fue tan importante que nació en Fernando la idea de crear una bicicleta doble con la que pudiera salir junto a su madre para así no dejar esas actividades que tanto le gustaban por culpa de su problema de visión.
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Fernando comenzó a fabricar objetos de madera como forma de terapia y rehabilitación, y en medio de esas ideas pensó en crear un prototipo que le permitiera unir su bicicleta con la de su madre para que pudieran salir a pedalear juntos por las calles de manera segura.
Además, le colgó por delante un cartel que decía “deficiente visual“, para que los automóviles y los transeúntes supieran que Fernando no podía ver. “Fue difícil, sí, pero aprendí solo“, contó sobre sus nuevos talentos.